martes, 6 de septiembre de 2011

Acercate!


Todos los sábados!
(14:30 a 16:30 hs)


TALLER DIDÁCTICO-TERAPÉUTICO DE 
PSICODRAMA FRACTAL

DirecciónB. Mitre 1463 8 D, Congreso




Seminarios mensuales:
 (sábado 05 de noviembre)

 - de 11 a 13 hs:

Charla Introductoria GRATUITA: 
"Introducción a la Psicologia Fractal"
La memoria inconciente como sistema dinámico, complejo, autorganizado, de constitución fratcal.


 - de 14:30 a 16:30 hs:

Taller vivencial de Socio-psicodrama Fractal:

"Utilización del escenario como estructura fractal"
Matriz de identidad, familiar, social y cósmica.


Auspicia: Centro de Psicodrama y sociodrama Cerka T. Moreno
Costo del taller: $120
Inscripciones: (11) 3979-6282 / (221) 15-4774-861 / sociopsicodramayarte@gmail.com
Dirección B. Mitre 1463 8 D, Congreso

Se entregarán certificados de asistencia al seminario.





lunes, 7 de junio de 2010

El Psicodrama, Divino Tesoro

A lo largo de nuestra historia, la de cada uno de nosotros, la de nuestras familias, la de la sociedad humana, muchas son las cosas que ocurrieron, muchas son las historias que se cuentan. Algunas parecen olvidadas, y sin embargo, nos encontramos con que una y otra vez tropezamos con ellas en el camino. Esto nos lo cuentan todos aquellos síntomas físicos o psíquicos que enmascaran lo no resuelto en nuestra historia personal, o en lo que llamamos “síndrome aniversario” en lo que respecta a lo familiar, o en síntomas sociales como el hambre, la discriminación, la injusticia, la esclavitud, el autoritarismo, las epidemias y, hoy, la pandemia. Cómo saber entonces cuándo, cómo, dónde, con quiénes y por qué se suscitaron aquellas historias dolorosas, traumáticas, no resueltas, que se transformaron en semillas y como tales cumplen con su función a través de su ciclo vital, ¿cómo evidenciar aquella memoria que sigilosamente guardan en sus genes?.

Es aquí donde nace la psicología intentando múltiples respuestas de la mano de diferentes teorías que, muchas veces, da la sensación de que, más que resolver, siguen agregando velos a esa verdad fundamental encerrada en aquellas historias de origen. De entre todas ellas se destaca el Psicodrama, una teoría, un modelo que emerge en la primera mitad del siglo veinte, que nos propone ir en busca del origen, “el locus nascendi” , el lugar de los acontecimientos fundantes. Es este espacio/tiempo original, la matriz, universo de acciones e interacciones fundamentales y constitutivas donde se generan todos nuestros roles, donde lo vital, lo esencial, contó con la oportunidad de ser, es allí donde podemos reconocernos en la espontaneidad y creatividad “Divina” de la que nos habla Jacobo Levy Moreno, su creador, quién nos propone, a partir del “como si” psicodramático, la posibilidad de mirar más allá, de develar todo lo que sea necesario para llegar a esa instancia original y fundante, para luego ser capaces de concretar nuestro anhelo más profundo, el de ser quienes deseamos ser.

En cada individuo humano, en cada acto, en cada vínculo, en cada instante, coexisten y se coimplican todas las matrices, la cósmica, la genético-biológica, la materna, la de identidad, la familiar y la social, todas poderosamente relacionadas y conectadas entre sí. Es a partir de esta cosmovisión, que el individuo organiza coherentemente su propia vida y su propia muerte, situando el encuentro tanto en el comienzo como en el final de los tiempos, siendo el desarrollo individual no más que una parte, ínfima pero fundamental, de una gran “evolución en curso”. Para trabajar específicamente en cada uno de estos universos de acciones e interacciones fundamentales y constitutivas, Moreno nos propone distintas técnicas, las que cada uno de nosotros, como terapeutas, vamos adquiriendo y desarrollando en la medida en que nos introducimos en este nuevo mundo, en esta nueva concepción que nos propone el Psicodrama, donde se nos invita a ir hacia una búsqueda y ampliación constante de nuestra creatividad y espontaneidad.

Fue justamente en esta búsqueda que me fui cruzando con una cuestión que considero esencial y que podría sintetizar en la siguiente pregunta: ¿qué es específicamente la Matriz Cósmica, cuáles serían los roles específicos que emergen y qué técnicas se podrían implementar para poder trabajar en y con ella?. De la mano de esta pregunta, con la guía de mi maestra, la Doctora Mónica Zuretti, discípula de J. L. Moreno, atravesé un largo camino plagado de escenas, historias que se fueron plasmando una a una en el escenario de psicodrama, y en el que otros maestros (cómo olvidar a Zerka Moreno, y en otro momento a Shirley Barcklay), fueron enriqueciendo mi posibilidad de ir más allá, entregándome las herramientas necesarias para intentar develar “el secreto encriptado en un jeroglífico bien resguardado en el alma de aquella pirámide en la que, en un “como si” tan real como suelen serlo en medio de un psicodrama, entré esa vez que quise ir en busca del origen de mi nombre y que al salir me esperaba una sacerdotisa en cuyo manto se hallaba desplegado un mazo de cartas de Tarot”.

Muchos hechos se sucedieron luego de aquel psicodrama, pero, resguardada en el modelo y bajo la guía de mis maestros, me atreví a ir más allá. Entendí al Psicodrama como una filosofía de vida que recorrí atravesada por todas las matrices sabiendo que, por un instante, con ayuda del yo observador que nos propone el rol de director, podría visualizar en el como si psicodramático, algunas pistas que me guiaran hacia aquello que estaba buscando. Fueron aquellas pistas las que nos decidieron a radicarnos con mi familia a San Miguel del Monte, una pequeña ciudad ubicada a 100 kilómetros de Buenos Aires, donde nos instalamos en una chacra para poder entender todo aquello de lo que hablaba Shirley cuando se refería a la relación profunda entre el Psicodrama y el Shamanismo. Allí, en la tierra, diseñamos un Mandala donde muchos jóvenes vinieron a hacer psicodrama, en particular luego de un accidente en la ruta donde fallecieron seis adolescentes. Ellos aprendieron conmigo a ser parte de un grupo terapéutico y a compartir el secreto profesional. También la comunidad de la Escuela N°1, en la que el 78% de los chicos está en situación riesgo, abrió las puertas del aula para que juntos, a través del psicodrama, fuéramos capaces de buscar una nueva alternativa, un nuevo camino, para “todo aquello a lo que, hasta ese momento, ellos creían que habían estado predestinados”.

En medio de este ir y venir de escenas, protagonistas y vivencias, una de las herramientas que utilicé con excelentes resultados, fueron la Cartas del Tarot, que había adquirido después de la dramatización de la pirámide, las que apliqué como láminas proyectivas, desplegadas en un círculo de doce sectores. Fueron muchas las historias encontradas a través de ellas, y cada escena que surgía parecía abrir una nueva puerta generando nuevos interrogantes que me llevaban a buscar otras herramientas que ponía en juego en distintos psicodramas intentando posibles respuestas. Finalmente, la combinación del tarot como método proyectivo con mapas iridiológicos, mapas astrales, la idea de mandala, relacionado con diferentes conceptos que nos aporta la física cuántica, la teoría del caos y la geometría fractal, me condujo a lo que creo que devela “el secreto de la pirámide”, el que define la matriz cósmica como el locus nascendi fundante, tal como lo definía Moreno, ya que sería en este lugar espacio/temporal donde se genera la memoria con estructura y dinámica fractal.

A partir de todo lo investigado, hoy me atrevo a plantear el siguiente postulado: “La matriz cósmica es el locus nascendi donde la memoria inconsciente se origina como una estructura que determina un sistema dinámico complejo, autoorganizado, de constitución fractal, siendo las huellas mnémicas las que se inscriben, se estructuran y se trasmiten, siguiendo un patrón cíclico natural determinado por la relación temporal solsticio/equinoccio”. Con esta misma estructura y dinámica fractal, respondiendo al patrón cíclico natural, es como se van a ir incorporando y estructurando las distintas huellas mnémicas en las sucesivas matrices a una escala específica determinada por cada matriz.

Es en este contexto donde la estructura espacio/temporal puede ser modificada por una vivencia traumática que se transforma en un atractor extraño o un repulsor extraño, generando lo que se llama una catástrofe (crisis o discontinuidad que se presenta con cierta frecuencia en los fenómenos naturales), siendo esta huella traumática la que modificará la dinámica temporal tanto en su matriz de origen como, muy probablemente, en alguna de las otras, o en todas, dependiendo de la carga emocional del trauma, pudiendo generar distinto tipo de síntomas cuyo origen está en relación fractal con el lugar donde quedó registrada la catástrofe. Esto en lo que se relaciona con la dinámica de la matriz cósmica y la inscripción de la memoria en las distintas matrices. Pero entonces queda pendiente la determinación de los roles esenciales que se fundan en ella. Considero que, por ser las acciones primarias, la base de todo otro rol, y por ser estas las acciones creadoras por antonomasia, los roles esenciales que se constituyen y constituyen a la matriz cósmica, y siendo ambos necesarios para que el hombre se constituya como tal, son la espontaneidad y la creatividad. Y es esta posibilidad que nos dan estos roles, la que se va restringiendo en la medida en que el hombre no supera los distintos traumas que debe enfrentar cíclicamente a lo largo de su devenir. Por lo tanto, todo aquello que arrastramos generación tras generación, historia tras historia, reduce nuestro caudal de espontaneidad y creatividad, y por lo tanto, restringe el desarrollo del rol.

Por otra parte, a medida que trabajamos en psicodrama y vamos resolviendo las distintas escenas nucleares conflictivas en las sucesivas matrices, vamos enriqueciendo los roles de espontaneidad y creatividad. Trabajar con técnicas específicas que nos permitan acceder a la estructura y la dinámica de la matriz cósmica (trabajar con movimientos oculares, con giros, con las láminas proyectivas del tarot, por ejemplo, siendo estas técnicas las que me permitieron introducirme a lo que hoy defino como la matriz cósmica, dentro del contexto del psicodrama), nos da la posibilidad de encontrar específicamente aquellas huellas mnémicas que contienen las escenas de diferentes matrices que obstaculizaron el desarrollo creativo de los roles de espontaneidad y creatividad, no solamente en nuestra historia personal, sino tembién en la familiar generacional y en la social.

Dado que el psicodrama nos proporciona la teoría y las técnicas que nos brindan la posibilidad de ir en busca de lo fundante, que nos permite ser en el todo y en cada una de las partes, ser en aquel principio de todas y cada una de las cosas, ser la idea, la palabra, la acción en sus infinitas posibilidades, en cada una de las matrices, donde esta búsqueda, lejos de ocultar, nos abre por el contrario hacia infinitas posibilidades, creo que es posible culminar este artículo definiendo al psicodrama como un verdadero tesoro de la humanidad.

Débora Penna
Psicodramatista

lunes, 22 de marzo de 2010

Y la vida se puso en marcha ...


Cada Ser tiene un modo particular de transitar su camino; ese modo se ve expresado en pequeñas acciones, como cortar un mazo de cartas. Hay quienes simplemente saltan de un lugar a otro, quienes recorren el espacio que aleja la primera mitad de la segunda, quienes lo dejan cerca, quienes lejos; algunos reflexionan, lo hacen en varias partes, quienes no titubean ... o al cruzar la calle: hay quienes respetan las normas, quienes van atentos, quienes arrancan, dudan y vuelven, quienes lo hacen en línea recta, quienes zigzagueando entre los autos.

Así, nuestra coordinadora nos sugirió buscar nuestro modo personal de transitar el camino hacia el libro:

Y hubo quienes caminaron despacito, siempre despacio, pero sin detenerse, hasta llegar. En el camino, dejaron una propuesta a la juventud, y se llevaron el mensaje de no dejarse detener, ni siquiera por los seres queridos. Y llegaron al libro ... y quienes quisieron divertirse, jugar, dejarse sorprender y seducir por cada nuevo rincón, yendo de aquí para allá. Había que enfrentarse a un mandato de silencio y de culpa, “si otros no pudieron ser felices, no es justo que vos lo seas”. Hubo que buscar el equilibrio entre la mirada en el objetivo y la que se detiene en el recorrido. Y llegaron al libro, y el azar quiso que el libro hablase:

El Viajero
“¿de que caminos ocultos salió al encuentro el viajero,
hablando una lengua distinta
despertando notas con cantos de sirena?
Ronca manifestación la de tu ser desconocido,
conocido caballero que invita al alma
a reencontrarse con el cielo......”
Violeta Cambra

Hubo quienes no podían encontrar su objetivo, y quedaban paralizados por el torbellino de energía e impaciencia que no permitía avanzar y generaba bronca, y por una serie de fuerzas internas que insistían en empujar en direcciones distintas (los brazos que empujaban en direcciones opuestas, el intelecto que aturdía, las piernas ansiosas por caminar, saltar, correr, hundirse, el corazón). Hubo que ponerlas de acuerdo, confiar en otro que presta su mano a modo de sostén para poder llegar al libro, que dio su respuesta:

“Siendo niña sabía de mis dos grandes fuerzas, la espiritual
y la relacionada con las artes. Las dos fueron creciendo
juntas; quizá en determinado momento fui un puente para
trasmitir fe, mientras el arte seguía creciendo en silencio
acompañado de soledad y libertad.
Aquí están todos los caminos, no hubo tiempos ni
hipocresías. Solo el poeta sintiendo, plasmando.
Ahora sé cual es el sendero. El equipaje esta aquí.
Ya no me pertenece, si a quién lo encuentró.”
Violeta Cambra


Ahora que pude avanzar, estabilizarme, aprender, ser sostenida, es que puedo ser sostén de otros.

Hubo quienes solo se disponían a dar el primer paso de un nuevo camino, y tomaban del libro lo que tuviera para darles:

Hermoso calendario
“Tienen que ser tus ganas las que afronten todo lo nuevo que está naciendo en ti. No temas a los sentimientos porque solo crecerán con el amor. Todo ocupará un lugar, el que tú decidas darle, no te olvides: uno es todo. Déjalo crecer, no lo limites, todo tiene que ser para dejar de serlo. Después, si, serán hojas de un hermoso calendario que te gustara recordar. No te olvides, te dejo todo y no te dejo nada.
Si te sientas, dejando a tu ser sintiendo profundamente todo lo vivido, te dejo todo. Si caminas ligero sin tomar tus tiempos, no te he dejado nada. Todo está en ti, el principio y el fin.”
Violeta Cambra


Cada uno de nosotros reflexionó y vivenció su propio modo de transitar un camino, visualizó y encontró una forma de vencer los obstáculos internos y externos que se fueron presentando, se enfrentó a otros modos posibles, y llegó al alma de otro a través de su arte como recompensa y como mensaje. Jugamos, pensamos, sentimos, desafiamos, reflexionamos, compartimos, aprendimos, expresamos... liberamos los diversos lenguajes en muchos de sus niveles simbólicos, elaboramos, integramos, creamos. Son algunas de las palabras que describen tanto el proceso del psicodrama en general, como la singularidad de este pequeño episodio.

Yanina Penna
Estudiante del taller
Trabajo de socio-psicodrama realizado con el libro
“Ejército de resurrección” de Violeta Cambra

domingo, 3 de enero de 2010

“Y renace la posibilidad de recomponer la imagen corporal”


…Todos sabíamos acerca de su deseo,
Y quisimos acompañarla.
Una vibración rompe el silencio,
nos propone y nos invita.
Así es como una tras otra fluyen las vibraciones,
y configuran una armonía.
Entonces ella se atreve y nos dice
Yo también creo que estuve allí.
Es más, creo que nunca me fui.
También llegué aquí.
En ese entonces tenía cinco años.
Recuerdo un parque enorme, mi padre, mi madre y mis hermanos.
Aquella vez, hubo algo que quise decir,
y no pude.
En aquel silencio quedaron las palabras aprisionadas.
Muchos años pasaron desde entonces,
Larga ha sido la agonía de mi padre
que siente culpa ante cada palabra que intento decir,
ya que estas se aglutinan, se quiebran, no expresan.
En todos estos años,
él quiso saber y entender.
En todos estos años,
yo quise decir y explicar.
Era tan simple lo que quería decir.
Mira a su padre y obsequiándole una lágrima
que se disuelve para liberar esas pocas palabras,
que fueron atesoradas durante tantos años,
Le dice:
Yo sé que no era posible, pero sabes,
“Yo no me quería ir”…

Y renacen las palabras, aquellas quebradas en cada tartamudeo”.

Fragmento basado en socio-psicodramas

sábado, 2 de enero de 2010

¿Como si?













De pronto,
comienza a conformarse
una historia que no es
pero que tal vez haya sido
o que acaso,
alguna vez será.

De pronto,
una mano acomoda su papel,
y otra mano aporta su pequeña llama repentina
apenas incipiente
que duda y se debate
en un instante sin tiempo
entre ser y no ser,
que parece que no
pero que terminará siendo,
que crece
y se hace fuerte en el papel,
que por un momento protagoniza
un suceso que se expande y abarca
a costa de su propia existencia
las existencias aledañas
que reciben su fuego,
que lo hacen crecer
a costa de sus propias,
únicas, existencias.

De pronto,
cada uno es el todo
y todo es
en el ser de cada uno,
y cada quien se consume en el todo.

Y de pronto
nada queda,
salvo el fuego.

De pronto,
una pequeña llama repentina
que se desprende del todo-nada,
que duda y se debate
en un instante sin tiempo
entre ser y no ser,
que parece que no,
pero que terminará siendo,
que se recupera, crece,
y se hace fuerte en su propio ser,
comienza ahora a ser sí misma
en su propio ser.

Y de pronto,
se desprende otra,
y de pronto otra,
y otra,
y cada una comienza a ser
su propio ser.

Y entonces,
de pronto,
comienza a conformarse una historia
que tal vez no haya sido
pero que ahora es
y que acaso,
esta vez,
siempre será.

Alberto Penna

viernes, 1 de enero de 2010

Fragmento extraído del Libro Camino del Círculo


“Estábamos, nuevamente juntos, en aquel lugar desconocido para todos nosotros. Aquel lugar que nos hablaba de “allá”, de aquel tiempo en que los colores de la mezcla estaban presentes. Tal lo que sentíamos a medida que nuestras miradas y nuestras manos iban siendo poseídas por la memoria que atesoraba cada uno de aquellos objetos: la vieja azucarera de barro exhibiendo el rastro de millones de hormigas; un tronco que, en su gastada piel, daba cuenta del paso de los años; el gran caldero que guardaba el secreto de la alquimia sagrada de cientos de anhelos de libertad que cada esclavo abonaba en el cotidiano proceso ritual de la mágica feijoada, agregando un puñado de alimento para sí y para los otros; los candelabros que contenían en sus entrañas el misterio de la luz que alumbraba el camino interior hacia la negada independencia; todo esto, custodiado y protegido por paredes de adobe con techos de junco, donde cada rasgo indistinto nos hablaba de siglos de dolor, desvelo y esperanza; y colgado en un rincón, el lazo de tiento que luego nos revelaría el gran secreto del lugar.
Atreviéndonos, cuestionándonos, sumergiéndonos en aquellos objetos que nos hablaban de la memoria perdida, fuimos en busca de nuestros más íntimos puntos oscuros, aquellos que se niegan a la conciencia. Fue así que Estela, emergiendo como protagonista, tomó la soga y sintió que ésta se apoderaba de su cuello, la aprisionaba, la sofocaba. Me acerqué entonces y le pedí que mostrara la escena; apareció entonces un joven mestizo, la soga en el cuello tirada firmemente por un hombre blanco, robusto, que, con gritos de furia y en castellano castizo, le decía:
—¡es que te voy a matar!, ¡es que te voy a matar!— insistía —¿cómo osaste traicionarme sabiendo que la condena es la muerte? ¿Cómo osaste cruzarte con una mujer blanca?
El joven, que no sabía que aquel hombre blanco era su padre, en silencio pero sin renunciar a su rebeldía, intentaba deshacerse de la atadura. Fue su madre la que, implorando, logró que el patrón lo libere. Pero lo condena al exilio. La madre rogó, imploró desesperadamente, pero el todopoderoso ya había emitido su sentencia y el joven huye.
La madre queda sumergida en un desgarrado dolor pero, manteniendo dignamente el secreto que hablaba de la paternidad de su hijo, seguía aceptando las reglas de su amo y señor.
Así, el joven esclavo, libre de las ataduras, debió cobijarse en la selva y enfrentar, día a día, cada uno de los peligros que ello implicaba: alimañas, hambre, frío, vientos y, sus mayores y más letales enemigos, siempre atentos, feroces, ávidos, acechando como bestias carroñeras, gozando de sus más bajos instintos, los cazadores de negros.
Una tarde, ya agotado de su andar sin rumbo, el joven se vio cercado y, esclavo ante su dolor, no pudo defenderse; esta vez, abandonado por su natural rebeldía e inerme ante sus enemigos, volvieron a sujetar su cuello con una soga. Iban a colgarlo aquellos que creían ser dueños de su vida y de su muerte, quienes ostentaban el poder de decidir, como dueños de la justicia, el destino de aquel joven hombre, quien, por un momento, sintió que debía pagar con su existencia el delito de amar, palabra que alguien había transformado en traición condenándolo al desamparo; creyó que debía pagar, que debía entregar su vida. Y fue en el preciso instante en el que, liberándose de toda atadura entregó su alma poniéndola a disposición del destino, que una risa, una estentórea carcajada que surgía de su garganta, invadió la escena desconcertando a sus captores, quienes quizás comprendiendo que ni aún quitándole la vida podrían esclavizar su alma libre por naturaleza, decidieron liberarlo y pudo, de esta forma, continuar su camino.
Ahora no caminaba sin rumbo, su meta era encontrar a otros de su misma condición, a sus pares, y unirse en comunidad. Logró entonces formar una tribu de la que, al tiempo, entendiendo que su madre debía tener noticias de él, decidió partir. Fue en busca de su origen, a confrontar una vieja historia y, sin saberlo, fue a encontrarse con su identidad. Y se produce el encuentro tan esperado. Allí está su madre frente al hijo ya hombre. Entre lágrimas de alegría, le pide que lo acompañe, que se vaya con él. Pero ella le dice que tendrá que seguir su camino solo, que ella debe quedarse a cuidar a sus otros hijos hasta que, como él, cada uno de ellos encuentre su propio camino y que, además, estaba atada a ese lugar por otro lazo, un lazo de amor. Fue en ese momento que comprendió y pudo aceptar lo que de algún modo siempre había sabido: Que su madre no era realmente esclava, que haciendo uso de su libre albedrío, amó y fue amada por el patrón, su padre, a quien ella había servido con fidelidad, entregando, desde ese lugar, el don de la libertad a cada uno de sus hijos.
En el mismo momento el joven pudo percibir otra mirada en la escena. Allí estaba, ya no su enemigo, sino su padre, conmovido por lo que acababa de presenciar, quien, ahora humano, se acercó y se atrevió a confesarse y confesar que quien en realidad nunca había sido libre era él mismo; que no había sido libre de amar; que había ocultado sus verdaderos sentimientos fingiendo, una y otra vez, violar a esta mujer a la que amaba profundamente. El mismo poder que ostentaba, lo esclavizaba. Era él quien se negaba la libertad frente a sus propios temores y prejuicios. En ese momento, el poderoso amo blanco encontró su verdadera esencia, y fue desde el reconocimiento de ese amor oculto que pudo liberarse de sus propias ataduras. Así, hombre y mujer, ahora juntos, ahora libres, liberaron a su hijo de su última atadura, quien partió nuevamente, pero esta vez íntegro, llevando consigo el secreto revelado de su verdadera identidad.
Conmovidos ante esta historia, nos atrevimos a dramatizar un ritual, un rito de liberación, donde todos nos fuimos liberando de nuestras ataduras, de las que se encuentran en lo más profundo, entre las sombras de nuestro inconsciente. Cada uno de nosotros fue liberado y, por un momento, todos fuimos dadores de libertad.”

Débora Penna
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